LOS DESAPARECIDOS DE LIVERPOOL

El 20 de mayo de 1976 aparecieron en Buenos Aires los cuerpos de Zelmar Michelini y
Héctor Gutiérrez Ruiz, legisladores uruguayos exiliados en Argentina, junto a los
también exiliados y asesinados William Whitelaw y Rosario Barredo. Todos habían
sido secuestrados un par de días antes, al igual que el médico Manuel Liberoff, que
permanece desaparecido.

El “Plomito” negriazul
Adalberto Waldemar Soba Fernández nació el 31 de octubre de 1944. Hijo de Gualberto
Soba y Lidia Fernández. Vivía en la calle Yáñez Pinzón N° 4271, bien en el corazón de
La Teja. Ayer mismo pasé por ese lugar y encontré viviendo en esa casa a Miguel, nieto
de la mujer que crío a Adalberto en esa casa, pues cuando su madre murió su padre no
quiso hacerse mucho cargo de él, y terminó siendo cobijado en esa casa por doña María
y don Pedro Lázaro, abuelos de Miguel, quién sigue viviendo ahí y fue amigo de
Adalberto, casi hermano.
A Adalberto le decían “Plomo” o “Plomito”, por su aspecto flaco, medio desgarbado.
Con su amigo el “Cabeza” anduvieron en mil y unas, siempre juntos, recorriendo La
Teja, el Cerro, Nuevo París, Belvedere.
“Plomito” y el “Cabeza” estaban siempre juntos. Juntaban figuritas, jugaban al fútbol en
el baby, recorrían la Teja de arriba abajo. Y también terminaron yendo a ver a Liverpool
siempre que podían, algunas veces pagando y otras veces colándose. “Plomito” al
principio iba más para acompañar a su amigo que por otra cosa. Sin embargo, por
contagio, Adalberto “Plomito” Soba se hizo hincha del glorioso Liverpool.
Uno de los partidos que el “Cabeza” más recuerda de haber ido con “Plomito” fue a
aquel del lío grande con Danubio en el 59, el del gol de Pedra, el que terminó con
disturbios y un hincha de Liverpool muerto fuera de la cancha. El “Cabeza” me contó
que ya se corría la bola de que Danubio venía con unos camiones de hinchada y con
gente pesada. Gente de la Unión, del barrio Puerto Rico. El padre del “Cabeza” no
quería que fueran porque eran niños, pero fueron igual. La policía tirando gases y ambos
amigos debajo de la tribuna. Como rompieron todo pudieron salir. “Plomito” era bueno
para las fugas de pequeño. Enseguida se fueron para La Teja y estando atrás del
Cementerio se enteraron de la muerte del hincha negriazul.
Muchos de los recuerdos de los dos amigos estaban pintados de negro y azul. Por
ejemplo me decía el “Cabeza”: “En la cancha, si entras por el portón, ahí donde esta el
repechito y la escalera, antes había un boliche. Era una cantina grande, y muchos iban a
tomar ahí y nosotros “mangabamos” con “Plomito” y varios gurises, y siempre ligabas
algún centésimo o algún chorizo”.
Más adelante, ya veinteañeros, iban a los ensayos de La Soberana, en el RocanRoll,
atrás de la cancha de Liverpool. Otro de los partidos que recuerda ver con “Plomito” fue
en el Estadio la final del torneo Relámpago que le ganamos a River en 1968. Ambos
estuvieron el día del primer título obtenido por Liverpool en Primera División. Pero en

la vida de “Plomito” el año 68 futbolísticamente hablando tuvo otro campeonato
importante. Les cuento.

El “Plomito” militante
Soba trabajó en varias de las industrias del barrio: en la Fábrica del Vidrio, en la
compañía BAO, en Ancap, en la empresa textil “La Mundial”, en algún frigorífico, y es
en el gremio de la carne donde comienza su actividad sindical. Y su militancia política
lo lleva a la Federación Anarquista. Ahí el contacto con su amigo es casi nulo. El
tiempo de militancia le restó tiempo a todo lo demás. “Plomito” y el “Cabeza” no verán
juntos a Liverpool nunca más.

Dos meses después del golpe de Estado de 1973, luego de que fue requerido en
Uruguay por las Fuerzas Conjuntas, “Plomito” se trasladó con toda su familia a
Argentina y se integró a un proceso de formación del PVP. Vivió en el barrio Haedo de
Buenos Aires y trabajaba en una imprenta que tenía en el fondo de la casa. Para ese
entonces ya su novia de la escuela, Elena, había tenido con “Plomito” tres hijos: Sandro,
Leonardo y Tania.
El 26 de setiembre de 1973 “Plomito” salió en la mañana. Presumiblemente iba a
encontrarse con un compañero de militancia, Alberto Mechoso. Nunca se encontraron.
La policía lo agarró antes. Cerca de las 2 de la tarde, 10 personas de civil, armadas,
rodean la casa de “Plomito” e irrumpen en ella por el fondo y el frente. La esposa estaba
dentro con sus tres hijos pequeños. Sandro, el mayor, tenía 7 años, Leandro 4 y Tania 2.
Le dicen a Elena: “te trajimos un regalito”. Desenvuelven una enorme frazada, y ahí
estaba envuelto “Plomito”, todo ensangrentado. Mientras los niños agarraban y
abrazaban a su madre y lloraban, los tipos tiraban y rompían todo lo que encontraban.
Se los llevaron a todos al tristemente célebre Centro Clandestino de Detención
“Automotores Orletti”, ubicado en un taller mecánico del barrio de Floresta, Buenos
Aires. Uno de los encargados de éste operativo fue el “Nino” Gavazzo. La madre y los
hijos por un lado, “Plomito” por el otro, a seguir siendo torturado. Al día siguiente
Gavazzo le informó a Elena que sería trasladada a Uruguay, junto con sus hijos, y
pudieron ver a Adalberto una última vez. Lo trajeron y lo tiraron sobre una colchoneta.
Estaba sin vendas, pero no podía abrir los ojos, los tenía blancos de pus. Estuvieron
juntos unas horas y se lo volvieron a llevar. Nunca más apareció.

LUIS EDUARDO , EL HINCHA DE LIVERPOOL

En la casa de la familia Arigón hay un banderín, que ahí sigue, en la biblioteca. Un
antiguo banderín de felpa, poco común, de “La casa de los Deportes, de Francisco Sanz,
en Colonia 873, Montevido”. La Famosa casa Sanz que aún existe, desde 1946.
Luis Eduardo Arigón Castel nació el 18 de febrero de 1926, hijo de Francisco y de
Sabina Esther. Se ve era medio “pesadito” de chico, porque le decían “chumbo” o
“chumbito”. Se casó con Sara Barroca Bear. Luis y su familia vivían en Belgrano 2872,

apartamento 201. Era empleado de la librería de Heber Saldivia, en la galería del
Notariado y también aparece en algunos textos como trabajando de traductor.
Luis Eduardo era negriazul, pero Sabina, su hija, no sabe bien porqué: “De fútbol
recuerdo haber ido con él a un partido que tengo gravado. Un partido de Liverpool que
fui al Talud, al Estadio, él parado ahí mirando a Liverpool. En la época donde el Talud
no tenía asientos. Bueno yo iba a la escuela del Estadio. El Estadio era como mi casa.
Hacíamos gimnasia en las instalaciones que nos prestaba CAFO. Pero nos dejaban
bañarnos en los vestuarios. No se porqué papá era de Liverpool. Vivíamos en la calle
Belgrano, entre Centenario y Foresti. Ahí mi abuela paterna tenía la casa y luego se
edificó los apartamentos. Así que por el barrio no era. Yo creo que era por la militancia,
porque mamá siempre contaba que papá militaba por el Cerro, siempre por esa zona. Yo
no se nada de su militancia….y no se si quiero saber”.
Investigando pude saber que el zonal donde Luis Eduardo militaba abarcaba el Cerro,
pero también la Teja y Belvedere, por lo que perfectamente puede haberse hecho hincha
por la zona de militancia. En el barrio me hice de Peñarol, y si me preguntas porqué
tampoco sé, debe ser porque era el cuadro que ganaba. Pero no me interesaba mucho el
fútbol. Nunca fui fanática, porque hay que tener un cuadro, porque hay gente loca por el
fútbol, pero yo no. Y cuando fui más grande, y tomé más conciencia, tenía un profesor
de guitarra, Giovanetti, era enfermo de Liverpool y mi padre lo conoció, incluso tomó
clases con él un tiempo. Y cuando se encontraban con mi padre hablaban de Livepool, y
de su sufrimiento, porque sufrían por Liverpool. Recuerdo que algo grande ganó o hizo
Liverpool por aquellos años. Lo que implica el sentimiento de pertenencia, porque el
profesor de guitarra venía a darme clase a casa y la primera vez que vio el banderín
dijo…ah pero quién es hincha de Liverpool acá!!??!?…Lo mismo le pasó a Pablo….es
que es una rareza ser hincha de Liverpool.
Si recuerda Sabina: “Cuando quedó embarazada la mujer del hermano menor de Papá,
yo era chicha. Y me acuerdo que Papá lo jodía y le decía, lo voy a hacer de Liverpool al
sobrino….y le regaló una camiseta. No se si al final será de Liverpool hoy en día”.
Y en el tren de seguir recordando a su papá, charlando en un living lleno de cosas que
su padre trajo de sus viajes, sigue recordando: “De paseos con papá además de ir a ver a
Liverpool recuerdo de ir al Parque Rodó infantil por ejemplo. Era bravo para gastar un
peso. Yo le decía que quería ir y el me decia bueno, este domingo si te portas bien
vamos, pero con dos condiciones: vamos caminando, y andás en dos juegos nada mas.
Y fui caminando y anduve en dos juegos miserables….era brava la cosa. Jeje.
Así era Luis Eduardo. Un tipo común, como todos nosotros. Que se comía un asado, iba
al Parque Rodó, y los domingo sufría con su Liverpool.
A Luis Eduardo no lo buscamos más, ya lo encontramos, a Plomito Soba si lo
buscamos, y a todos los demás.

Nunca más terrorismo de estado.
Presente.

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